jueves, 17 de abril de 2008

El pueblo está en las FARC y las FARC son el pueblo en armas


Entrevista con Iván Márquez, integrante del Secretariado de las FARC-EP : El Ministro de defensa Juan Manuel Santos habla con la mirada fija en el 2010 y en la presidencia de la República

En territorio ecuatoriano, el primero de marzo fue abatido, con varios combatientes de su guardia y algunas personas que estaban de visita en su campamento de paz, el comandante Raúl Reyes, integrante del Secretariado Nacional de las FARC-EP. A los pocos días, el 7 de marzo, por manos de un agente enemigo infiltrado en las filas del Bloque noroccidental, fue atrozmente asesinado, al lado de su compañera, el Comandante Iván Ríos, también integrante de la máxima instancia ejecutiva del Estado Mayor Central insurgente.

Es Indudable que estos hechos han suscitado una nueva situación para el desarrollo de la confrontación política, militar y social colombiana, que en el primer caso genera comprometimiento y desestabilización diplomática en la región latinoamericana y en el segundo, como también ocurre en el primero, toca sensiblemente estructuras de conducción estratégica en el seno de la guerrilla más antigua y experimentada del continente. Sobre éstos y otros temas trascendentales como el canje de prisioneros, la ilegitimidad del gobierno y la crisis estructural del Estado, dialogamos con el Comandante Iván Márquez, miembro del Secretariado Nacional de las FARC-EP.

¿Cuál es el balance que hace la Dirección insurgente respecto a las lamentables muertes de los comandantes Raúl Reyes e Iván Ríos, tan festejados por la oligarquía colombiana, en momentos en que las FARC-EP, mediante gestos unilaterales y a pesar de la intransigencia uribista, venían mostrando su mayor disposición para llegar a un acuerdo de intercambio humanitario que abriera caminos de paz?

Ha sido un golpe muy duro y nos ha estremecido hasta el alma. Se trataba de dos comandantes muy valiosos, como lo son todos los que combaten por la causa de los pobres de la tierra. Duele que Raúl haya caído cuando buscaba caminos para el canje humanitario, al que consideraba peldaño en dirección a la paz con justicia social. Con perfidia Uribe aprovechó esa circunstancia para planificar con el concurso de los Estados Unidos y de Israel la celada criminal.

La muerte de Iván quedará como constancia histórica de la degradación de la guerra que rige las acciones del Estado. Cortarles las manos a los adversarios abatidos… Es la sevicia del régimen colombiano, no de ahora, sino de siempre. También corta cabezas y desmembra a sus víctimas. El júbilo triunfalista de las oligarquías durará un instante. La inconformidad social está incrementando el volumen de fuego de su cólera. La muerte de Raúl, de Iván y de tantos otros, no es una victoria del adversario: es un espejismo. Las FARC no son uno, ni dos, ni tres, ni cinco comandantes, ni varias columnas… son el pueblo con un ansia incontenible de victoria.

El día del alzamiento general se podrá apreciar con nitidez que el pueblo está en las FARC y que las FARC son el pueblo en armas. Comandantes virtuosos en los campos militar y político como Joaquín Gómez y Mauricio Jaramillo han ocupado el lugar de los caídos, garantizando un Estado Mayor Central cohesionado en torno al Comandante en Jefe, al Plan Estratégico de las FARC, a la Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia…, y a la bandera de paz con justicia social que tremola en lo más alto de la sierra guerrillera. Nuestros muertos siguen viviendo en los fusiles y en el proyecto político y social de las FARC. En sus tumbas depositamos hoy una roja flor de arizá, de las que sólo brotan en las montañas rebeldes de Colombia, la de Bolívar. Venceremos. Habrá Nueva Colombia, Patria Grande y Socialismo.

El Presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez ha ofrecido garantías para que una misión médica organizada por el gobierno francés pueda asistir a prisioneros de guerra en la profundidad de la selva. ¿Han sido consultadas las FARC al respecto?

No. Es algo que están montando sin contar con las FARC. El éxito de un emprendimiento de esa naturaleza no puede dejarse en manos de una excesiva ilusión. Uribe dice que garantiza… ¿garantiza qué? ¿Acaso es vocero insurgente?... ¡No faltaba más! El designado por el Secretariado de las FARC para hablar con la delegación del gobierno francés era el comandante Raúl Reyes, pero como todos saben, Raúl fue abatido en un ataque militar de los gobiernos de Colombia y de los Estados Unidos en territorio ecuatoriano, violando flagrantemente la soberanía de ese país y la ley internacional. Esta es la razón por la cual el gobierno francés no ha podido contactar a las FARC. Por esa consecuencia fatal del artero ataque, no hay hoy interlocutor de las FARC para tal efecto.

Pero la Iglesia católica ha instado al Secretariado de las FARC a nombrar rápidamente el reemplazo de Raúl Reyes…

Con todo respeto, los insignes purpurados creen que eso es como soplar y hacer botellas. Lo que ha ocurrido con el asesinato de Raúl Reyes e Iván Ríos es sumamente grave. Una persona con cuatro dedos de frente entiende que no se puede, en estas circunstancias, ni actuar ni exigir tan alegremente, como si nada hubiese ocurrido. Las FARC no bailan al son de las campañas mediáticas ni de mediaciones parcializadas. La diplomacia santanderista del gobierno de Bogotá mata mientras sonríe. Asesina a nuestros voceros y luego dice que está dispuesto a conversar. Sostiene que propicia el acuerdo humanitario y ordena al mismo tiempo el rescate militar, a sangre y fuego, de los prisioneros en la montaña. Extradita guerrilleros a los Estados Unidos y luego exige que los tres gringos prisioneros por las FARC, deben ser liberados. Habla de humanidad y su gobierno está montado sobre miles de fosas comunes y masacres. Se ufana de su “seguridad democrática”, que es de los gringos, pero más de 30 millones de colombianos -de 44- viven en la pobreza. Practica todos los días el terrorismo de Estado y tiene la desvergüenza de endosar esa condición a sus opositores.

Es un gobierno tan mafioso como Don Vito Corleone y tiene el descaro mediático de calificar a los guerrilleros de narcotraficantes. No. No. La opinión pública no es candor en flor, y mucho menos la guerrilla de las FARC. Debieran leer con más atención los folios de la historia del Ejército del Pueblo, que enseña que cuando las FARC reciben ataques mansalveros como el de Casa Verde, el régimen obtiene indefectiblemente una respuesta digna, acorde con la gravedad de los hechos.

El ministro de defensa Juan Manuel Santos ha calificado la agresión al Ecuador como una acción legítima de guerra y el comandante de las Fuerzas Militares, general Fredy Padilla de León, asegura que todo aquel que se reúna con las FARC se convierte automáticamente en objetivo militar…

Ahí están pintados. Ellos actúan en consonancia con la oficina que los gringos han montado en la antigua zona del Canal de Panamá para monitorear con las ocho agencias de la inteligencia americana, las fronteras de Colombia con Venezuela, Ecuador y Panamá, en función de atizar y justificar un eventual conflicto bélico entre naciones, en el marco de la estrategia geopolítica de Washington. Con lo expresado por el general Fredy Padilla de León, uno se pregunta si hubiese dicho lo mismo, si en lugar de los estudiantes mexicanos y del ciudadano ecuatoriano, hubiesen estado reunidos con Raúl los delegados del gobierno francés.

Es que ellos, el gobierno y sus generales, creen que su hipócrita lucha contra lo que llaman tendenciosamente “terrorismo” justifica todos sus desafueros y transgresiones. Y en cuanto al Ministro de defensa Juan Manuel Santos, una sola reflexión: ha dicho con arrogancia infinita, pero con la mirada fija en el 2010 y en la presidencia de la República, que si por justificar el ataque bélico de Colombia contra Ecuador, lo llaman “Halcón de la guerra”, que lo sigan llamando entonces “Halcón de la guerra”.

El problema es que ese señorito de la oligarquía a duras penas alcanza a cobarde halconcillo detrás de un escritorio, que ni siquiera sabe a qué huele la pólvora. Es de lo que azuzan a la guerra pero no exponen su pellejo en la línea de fuego, como sí tienen que hacerlo los soldados y algunos oficiales subalternos. Mientras aparece sonriente ante micrófonos y cámaras con la “V” de la victoria que no le pertenece, y que no han logrado, van desapareciendo también de su memoria los militares muertos y los mutilados. Más que de halcón, tiene la apariencia y el vuelo de un gavilán pollero. Que lo diga el país.

Las computadoras incautadas, según el gobierno de Colombia a Raúl Reyes, y rescatadas de un demoledor bombardeo parecen más bien un expediente de Bogotá y Washington para chantajear a los gobiernos de Venezuela y Ecuador y para atenuar la resistencia de los pueblos de Nuestra América a las política imperiales… ¿Se le puede dar algún rango de credibilidad a lo que están difundiendo como su contenido?

A un gobierno mentiroso como el de Uribe Vélez no se le puede dar ningún crédito ni aquí ni en Cafarnaúm. La mentira es la punta de lanza de su asquerosa diplomacia. De ahí su total aislamiento en el concierto de las naciones latinoamericanas. Si acaso tendrá un par de cómplices, pero nunca amigos. Mintió cuando habló de persecución en caliente. Mintió y sigue mintiendo cuando dice que la guerrilla dispara desde Ecuador. Miente cuando dice que las FARC reciben armas y dólares de Venezuela. De haberlo recibido –y no les quepa la menor duda- ya habríamos tumbado mil veces ese gobierno pútrido de Bogotá que se ensaña contra el pueblo a través de la “seguridad democrática”, que a la larga es “seguridad inversionista” como lo confesó el propio Uribe en la Guajira. Miente cuando dice que la firma del TLC será la redención social de Colombia, cuando en realidad es grillete de la esclavitud moderna.

No se le puede creer a un gobierno mentiroso y terrorista cuando califica de terrorista la lucha de los débiles. El propio Goebbels está metido en el Palacio de Nariño. Lo que realmente debe generar alarma en la conciencia ética de Nuestra América es que nadie diga nada ante la criminal ayuda de Washington en millones y millones de dólares y en armas al gobierno fascista y narco paramilitar de Colombia para incendiar al país con una guerra injusta, como son todas aquellas que se proponen la opresión y el expolio. Le corresponde al tribunal de los pueblos juzgar esa criminal política. Al pueblo de Colombia le asiste el sagrado derecho universal a alzarse contra la opresión y a sacudirse del yugo que mantiene encorvada su cerviz.

El gobierno de Bogotá aborrece a Chávez por su osadía de desplegar, en medio de la tempestad de la guerra de los poderosos, la bandera de la paz porque ella arruina sus negocios. Chávez es Nuestra América a las puertas del nuevo Ayacucho. Es a Bolívar, a su proyecto político y social que despunta en esta aurora, a quien temen las oligarquías y el imperio. Y de Correa les asusta su imagen de dignidad que se agiganta al lado del héroe Alfaro y del Mariscal de Ayacucho iluminando el camino a los pueblos del continente. Por la paz con justicia social, por el decoro y por la unidad en una Gran Nación de repúblicas, estamos dispuestos a dar hasta la vida. Y estas no son palabras al viento.

¿Cree necesaria la revocatoria del Congreso por su alto grado de contaminación con la para política y el fraude electoral?

Es que la dignidad no puede convivir con la ilegitimidad. Los colombianos no pueden ser prisioneros ni secuestrados de la obediencia a este gobierno. Un poderoso grito social está rafagueando con sus chispas de indignación el cielo de la ilegitimidad de las instituciones. Por algo Uribe expresa su tajante desacuerdo con la revocatoria del Congreso y llama desesperado a fortalecer las instituciones, porque sabe que si cae el Congreso, tras su estruendo debe caer también el Ejecutivo infecto que preside. Esta verdad como el sol no se puede tapar con las manos ni con mentiras.

Uribe resultó elegido Presidente de Colombia con los mismos votos que llevaron al Congreso a los Senadores y Representantes de la narco-para-política. Uribe está ahí gracias al fraude electoral que armaron los paramilitares y el DAS (Seguridad del Estado) que obligó a votar por él a punta de fusil y motosierra, y que puso a sufragar hasta los muertos. La llamada institucionalidad colombiana, hiede. Uribe y el Congreso deben renunciar porque su mandato usurpado es ilegítimo e ilegal. Colombia necesita un gran acuerdo nacional por la paz, la democracia verdadera y la dignidad. El llamado de nuestro manifiesto a reunir en un solo haz las fuerzas del cambio, como nueva alternativa de poder, debe abrirse espacio. Que cese la horrible noche. Colombia se merece otro gobierno que le dé la mayor suma de felicidad posible.




En las montañas de Colombia, abril 5 de 2008

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